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Channel: Sado, Sensual y Femenino
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Delicias de Sodoma ( parte II )

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   El uso del catsuit por parte de las Dóminas no sólo aporta una deliciosa imagen fetichista que recuerda a las superheroínas de comics. Tiene un significado oculto, una connotación social escondida. El catsuit estiliza la figura femenina y permite toda clase de libertad de movimientos pero además impide el coito. 

   El poder en el sexo es el gran tema alrededor del cual gira todo el BDSM y la penetración peneana no puede ser separada culturalmente de lo que significa como herramienta histórica de sometimiento y poder. Si la penetración es un acto patriarcal mediante el cual la mujer es dominada por el sexo, el catsuit, al impedirlo, refuerza la imagen de poder femenino y de independencia frente a los deseos del hombre.

   El juego simbólico se vuelve mucho más explícito si la mujer no sólo está cerrada en su entrepierna sino que porta un amenazante falo plástico. Ella te anuncia que no sólo no va a someterse al mandato histórico sino que va a invertirlo. Por las buenas o por las malas. Lo que sigue no es sólo una sesión de adoración fetichista. Con esa mujer, la sumisión va a ser mucho más profunda, va a ir mucho más adentro….

   Del otro lado del dildo, la excitación del hombre sumiso al ser sodomizado por una dominatriz es más que el deseo de sentirse físicamente sometido, carnalmente entregado. La sodomía es una acción BDSM sobrecargada de simbolismos. Todo acto de sodomía arrastra consigo una perspectiva histórica de milenios, un correlato de violencia ritualizada que se remonta a los tiempos bíblicos. No sólo entre individuos sino entre los pueblos, la mitología hace del sodomizador un vencedor y del sodomizado un vencido, degradado hasta la derrota total. Ganamos, les rompimos bien el culo.

   Esta noche te voy a romper el culo. Es que el culo se rompe, debe romperse, para acceder al goce sodomita. El culo del sumiso debe ser en parte entregado por él y en parte violado por ella. Las mujeres hijas de Sodoma que gozamos por la puerta de atrás no somos tan conscientes del enorme alcance de ese juego simbólico. Como lo conté en esta columna  tiempo atrás, gozamos por el culo, nos gozan por el culo y ahí termina la cosa. En cambio, cuando el esclavo se entrega ante el poder fálico de la Mistress, lo que están gozando no es sólo el placer físico sino su propia rendición, su vicio antisocial y prohibido.

   Como en ninguna otra experiencia, la sodomización del esclavo carga consigo con ese componente tribal, primitivo, de sometimiento violento, de rendición, de derrota incondicional. Para la mujer fálica, puede ser la oportunidad de cumplir con la histórica revancha de género. Para el hombre sodomizado, un retorno a la edad de oro de su vida, cuando era absolutamente vulnerable bajo el control y el poder de una mujer. Esa vulnerabilidad es la que hace al hombre sentirse profundamente querido y amado mientras ella avanza centímetro a centímetro, deeper and deeper....

   Si la mujer arriba en el coito convencional, cabalgando al hombre, es un signo histórico de poder femenino y ha hecho correr ríos de tinta en el feminismo, cuantos más simbolismos palpitan y laten en un culo sodomita? Ahí vuelve a hacerse valer con todo su poder erótico el viejo y querido verbo coger. Porque en la sodomía no vale el eufemismo tan políticamente correcto de tener sexo. Cuando una mujer fálica sodomiza a su esclavo, no quedan dudas de que alguien coge y alguien es cogido.









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