Quantcast
Channel: Sado, Sensual y Femenino
Viewing all articles
Browse latest Browse all 467

Manipuladora yo?

$
0
0





   Roxy, como hacés para que tu marido esté siempre tan embobado por vos?

   La pregunta no suele interrogarme en un ambiente sexual, como el BDSM o el swinger, sino en los terrenos más vainillas que mi esclavo marido y yo compartimos con otras parejas. Un ambiente familiar en donde todos los hombres se muestran muy caballeros con sus esposas pero sin esas actitudes constantes de adoración y embeleso que caracteriza a los maridos dominados por una esposa Femdom. Intento siempre evadirme en la respuesta porque la verdad sería quizás demasiado agresiva además de obvia. Yo a mi marido lo seduzco todo el tiempo desde hace veinte años. Su adoración es simplemente la respuesta a mi seducción. A través de mi seducción femenina, obtengo de él todo lo que quiero.

   Tanto en mi sexo de pareja como en mis encuentros casuales con mujeres, hombres o travestis, los juegos de seducción me resultan a veces más atrapantes y excitantes, más  divertidos y más eróticamente satisfactorios que el sexo mismo. Me fascina la seducción, la idea de seducir, la estrategia desplegada como juego de poder para obtener el resultado que me propuse. No me interesa tener que consensuar entre dos o más cómo va a ser la entrega de una sumisa (mucho menos de un sumiso). Tampoco me gusta mandonear en el sexo; no me excita ejercer poder en forma tajante de arriba hacia abajo. Me gusta que mi poder fluya en el sexo mediante acciones diversas e improvisadas en donde la seducción siempre resulta la fuerza decisiva.

   Las mujeres que nos proponemos seducir como juego de poder sabemos que ese poder enfrenta resistencias. Las relaciones de poder que establecemos son una consecuencia de esas mismas resistencias que debimos vencer. La seducción femenina siempre se puede resistir, es lo que diferencia la seducción del abuso, pero si la seductora sabe desplegar sus armas sobre la presa correcta, ésta se encuentra en un estado ambivalente, se resiste y teme ceder pero al mismo tiempo desea en su interior que se venza esa resistencia porque sabe que no podrá culparse por haber cedido ante una fuerza irresistible.






   Mi experiencia me permite afirmar que cuando en algún sitio web dedicado al BDSM se describe esta femenina manera de dominar y se la ilustra con testimonios verídicos, nunca falta una o más de esas que alguna vez califiqué como estropeadas, los cisnes grises del BDSM, levantando la bandera del viejo cliché feminista que rechaza la coquetería y la seducción femenina como parte de una construcción social que degrada a la mujer. También suelen aparecer uno o más dominantes varones muy preocupados por aclarar que al no haber consenso explícito ni establecimiento de límites, no estamos en el terreno de la dominación tal como ellos la definen sino de la manipulación.

   En el BDSM latino, la palabra manipulación está siempre asociada a abusos y arrastra connotaciones tan negativas que muchos prefieren expresarse con eufemismos como persuadir o convencer. Por mi parte, además de preocuparme muy poco por como otros etiquetan lo que hago, sostengo que gran parte del encanto de las mujeres dominantes se basa en la forma descarada en que manipulamos la voluntad de quienes nos sirven a través de irresistibles actos de seducción. Me niego a que tengamos que escondernos detrás de palabras políticamente correctas o a buscar justificaciones morales para describir acciones o fantasías que nos son tan propias como gratificantes.






Viewing all articles
Browse latest Browse all 467