Una no nace mujer, se llega a serlo.
La frase es de Simone de Beauvoir, tiene décadas de historia y ha movido ríos de tinta en el feminismo. Apunta a que ser mujer es algo mucho más complejo que un destino de haber nacido hembra humana. Ser mujer implica asumir la construcción de un yo femenino a través de la educación en modales y conductas.
Quizás sin haber sabido nunca de dicha frase, las travestis, crossdressers y sissies son las mejores y más aplicadas alumnas en aplicar ese concepto. Quienes no nacieron mujeres y aspiran a ser reconocidas como tales, suelen ser las más dedicadas constructoras de autofemineidad.
Entre todos los elementos que hacen a esa construcción femenina, un accesorio del que poco se habla pero que yo juzgo fundamental, es la cartera. Porque somos las mujeres quienes usamos carteras. Las mujeres podemos definirnos como los seres humanos que usamos cartera.
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Kate Moss by Versace |
Las mujeres, cuando nos preparamos con cierto cuidado para salir, nos preocupamos por elegir la cartera. A lo largo de nuestro aprendizaje de niñas a mujeres, debimos aprender a elegir la cartera correcta para cada situación. Nuestra presentación en sociedad tiene mucho que ver con la cartera que llevamos.
La cartera es un accesorio que marca el nivel de la mujer que lo usa. Es mucho más un símbolo de status que un accesorio utilitario. La cartera habla de estilo, gustos, posición social y poder. Cuando una mujer llega a una fiesta en sociedad y no se quita la cartera por un largo rato, es de mal gusto invitarla a que la deje en el guardarropa. Esa mujer le está mostrando el mundo quien es y qué lugar ocupa en esa fiesta mediante la exhibición de su cartera.
Los nacidos varones y decididos a convertirse total o parcialmente en mujeres pueden aprender a lookearse con sus modelos de rol ideales, imitando el estereotipo universal de la mujer bella y sensual. Con dominio y práctica, he visto con admiración como se mueven sobre tacones altos con la elegancia de las mejores topmodels y como han aprendido hasta la excelencia el arte del maquillaje. Pero yo siento que recién cuando agregan una cartera y saben llevarla como si fuera una parte de ellas mismas, es que ellas y yo estamos en la misma sintonía femenina. Quizás lo mío sea un resabio de aquella educación femenina que recibí desde chica y de la observación y la imitación que hice de las grandes damas que tuve el honor de contemplar.
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Angelina Jolie |
Una dama siempre está atenta a su cartera, tanto si sale con amigas como si tiene una cita con un caballero. No sólo es una cuestión social, también existe una razón de movimiento. A veces las travestis están tan fijadas en feminizar al detalle el movimiento de sus piernas y de su cola que olvidan prestarle atención a la parte superior de su cuerpo. Y así como los tacos altos formatean tus piernas y te llevan irresistiblemente a ganar un andar más femenino, llevar cartera feminiza instantáneamente tus brazos porque obliga a tus manos a moverse con cierta cadencia y te impide los movimientos bruscos. La cartera, como los tacos altos, son restrictivos. En esa restricción de movimiento de las manos y los brazos, como en la restricción que provoca la pretensión de andar en alturas, reside uno de los secretos del enorme placer que provoca la femineidad.
Entonces, querida nena sissy o cross, además de hacer todo eso que tanto le gusta a tu corazoncito de viciosa como acomodarte la peluca, llenarte los brazos y las manos de bijouterie, mover la cola caminando en tacos y maquillarte bien exagerada, no olvides el consejito de esta Mistress que sabe más por madura que por Mistress.
Nunca pero nunca te olvides de llevar cartera.